sanas y completamente «funcionantes». Con estas presuposiciones, Rogers desarrolló su terapia centralizada en el cliente proveyéndoles un ambiente clínico «cálido», «aceptante», y «anti-enjuiciador». Alentó a sus clientes a buscar sus propias soluciones. El consejero no se presentaba como el experto sino como el amigo. Esta posición encajó con la visión positiva de la naturaleza y el potencial del ser humano que tenían los liberales. Incluso, cualquier consejería que le diera mucha atención a la
Page 44